domingo, 23 de enero de 2011

Alas de seda


Ingrávido, buceando entre las nubes,
podía ver mis sueños virtuosos,
flotando sobre una alfombra de seda y satín.

Bajo la lluvia con mis manos
podía devanar el etéreo arco iris
y enredarlo en tus cabellos de sol.

En la noche las pulsantes estrellas
eran luciérnagas que cobraban vida
si pensaba amoroso en ti.

En la soledad del silencio cómplice
elaboraba rapsodias, sonatas y adagios
para abrasar tu infértil corazón.

Podía ver tu cara en mis sueños,
auroras boreales de tus ojos aqua fluyendo,
y creí que sentías lo que yo sentía.

En el profundo dolor de tus heridas abiertas,
utilizaba tu sangre brotando para dibujar
en mi lienzo de luz, otoños de ocre y carmín.

Pero mi amor cristalino y singular,
nunca fue suficiente ni valioso
para tu abismo vacío y fatal.

Con el arma filosa y sutil de tu voz,
convocando dioses y demonios del ocaso,
tu hechizo de muerte a mi amor destrozó.

Hoy mi corazón, en bradicardia galopante,
se petrifica y erosiona en la distancia y en el tiempo,
disolviendo un amor, que jamás volverás a ver.

Esta es mi última canción para ti
que se perderá en el espinazo de la noche
como un epitafio para un amor que no pudo ser.

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